lunes, 22 de julio de 2019

Qué fantasías sexuales tienen los hombres en la cabeza. 35 se confiesan

Nueve de cada diez personas fantasean eróticamente de forma habitual. Y ellos, más que ellas, anhelan que se haga realidad

 Casi todos conocemos la escena de American beauty en la que una joven Mena Suvari yace desnuda en una bañera cubierta de petalos de rosas rojas. Y la conocemos incluso sin haber visto la película. Es la representación más icónica de cómo un Kevin Spacey en plena crisis de los cuarenta fantasea con la amiga de su hija. Quizá no sea políticamente correcto, pero probablemente no sea el único que ha tenido una fantasía sexual de ese tipo. Durante mucho tiempo han sido consideradas un tabú, pero la revolución sexual de las últimas décadas ha logrado que las fantasías sexuales pasen a ser una parte fundamental de una vida sexual sana y completa.

Las fantasías son ideas o imaginaciones que ponen en juego nuestra creatividad sexual. La mente recibe muchos estímulos diarios que generan múltiples pensamientos, además de los que genera por ella misma, y las fantasías sexuales se encuentran dentro de esta vorágine de pensamientos. “Una fantasía es una representación mental que evoca algo que vivimos o algo que creamos en nuestra mente que nos provoca excitación. Y no tiene por qué incluir solo imágenes, sino también elementos sensoriales de tacto, olfato, oído, de temperatura… Nuestra imaginación puede ser muy potente”, señala Arantxa Moliner, psicóloga emocional y educadora sexual.

 Todos los seres humanos alguna vez han tenido una fantasía. Es más, según revelan las estadísticas, 9 de cada 10 personas acostumbran a fantasear de un modo habitual. “La fantasía sexual se empieza a despertar en la pubertad y nos acompaña el resto de nuestra vida. Esta nos permite escapar de la realidad, cumplir ciertos deseos en nuestra mente. Por eso muchas veces parece que las fantasías que tenemos van en contra de nuestros valores y creencias”, apunta Núria Jorba, psicóloga y sexóloga de la clínica que lleva su nombre.

Llegados a este punto nos preguntamos: ¿cuánto de importante es el subconsciente en este mundo imaginario? Jorba lo explica: "Más que con el subconsciente, las fantasías están muy relacionadas con el desarrollo sexual de cada persona. Y, a su vez, con las experiencias que se van viviendo, la cultura y las informaciones que se van recabando con respecto a la sexualidad a lo largo de la vida”. Para eso, la experta en sexología nos anima a “ir llenando nuestro cajón de fantasías con todo lo que nos estimule, conocernos y buscar nuestras fuentes de inspiración, sabiendo que todo queda en nuestra mente”. Simplemente estamos hablando de imaginación.
Desde que nacemos, la sociedad, nuestros mayores y las creencias que hemos recibido son las que nos indican lo que está bien o mal, lo que es aceptable y lo que no en la sexualidad. Esto puede causar conflictos y así, casi sin darnos cuenta, empezamos a poner límites a ciertos deseos relacionados en este placer. Pero que no nos engañen, la capacidad de fantasear es muy saludable. Para Moliner, “en la imaginación erótica no hay restricciones”. En general, no tenemos un control directo sobre nuestras fantasías; en cambio, si sobre nuestras acciones. “Por ello, hemos de saber que no son nuestras fantasías los que nos definen, sino nuestros actos”, aclara.

 Sin embargo, según esta experta, “en determinadas ocasiones las fantasías pueden provocar preocupación y dificultar la intimidad de la persona siendo estas perturbadoras o intrusivas”. Son las llamadas “fantasías trampa” por Wendy Maltz en su libro El mundo íntimo de las fantasías sexuales femeninas: un viaje de pasión, placer y autodescubrimiento. “Esto puede ocurrir cuando la fantasía está en contradicción con la realidad de la persona, cuando no se tiene control sobre la misma o cuando la fantasía condiciona nuestra sexualidad; es decir, que únicamente con ella conseguimos excitación o deseo”, explica Maltz. A este tipo de fantasías más inusuales, Héctor Galván, sexólogo en el Instituto Madrid de Sexología, las denomina parafilias: “Se caracterizan por la aparición de impulsos sexuales intensos y recurrentes, fantasías o comportamientos que implican objetos, actividades o situaciones poco habituales y que son un requisito para que el sujeto parafílico consiga excitarse y llegar al orgasmo”.
Aclarado este tema, llegamos a la conclusión de que tener un imaginario erótico rico puede ser clave para tener una vida sexual satisfactoria. Partiendo de que el cerebro es el principal órgano sexual, Núria nos explica cómo el mejor afrodisíaco está en nuestra mente: “La mente es el motor más importante de activación sexual. Por tanto, usar el potencial que nos brinda la capacidad de fantasear puede ayudar a enriquecer y disfrutar más de la vida sexual”. Además, tener espacios para fantasear nos ayuda a no relegar la sexualidad para lo último. “Nos solemos acordar del sexo justo por la noche, después de lavar los platos, cuando estamos más cansados… Es lo último en nuestra lista de prioridades. Fantasear nos permite dedicarle espacio a la sexualidad, potenciar la creatividad e ir calentando motores”, señala la educadora sexual Arantxa Moliner.
Pero la experta advierte: “Hemos de valorar si la fantasía o el sueño erótico pueden molestar o dañar a nuestra pareja o a la relación. Las fantasías pertenecen a nuestra intimidad, y no todo ha de ser compartido”. Si te decides a compartirlas, mejor seguir los consejos de los expertos: “Lo primero de todo es preguntarnos si nos apetece, y si la respuesta es sí, por supuesto empezar con las fantasías más lights. No hace falta entrar en exceso de detalles, y debemos tener en cuenta si nuestra pareja puede recibirla bien o le podemos despertar alguna inseguridad, malestar o rechazo”, recomienda Núria Jorba.

Todo esto es posible siempre y cuando exista una buena comunicación sexual, algo que lamentablemente es bastante pobre en muchas parejas hoy en día. Según la experiencia del sexólogo Héctor Galván, compartirlo es todavía un nivel muy avanzado de comunicación sexual: “La pareja lo ha de entender como un deseo que no tiene por qué llevarse a la practica y es positivo que aprendan a estimular estas fantasías en la mente del compañero. Sin embargo, la mayoría de personas cree que su pareja no está preparada para entender sus fantasías sexuales y apuesta por no contarlas”.
Por ejemplo, según la experiencia de Jorba, más del 80% de las personas, siendo más común entre los hombres, fantasean con otras personas distintas a su pareja. Esto suscita un debate muy interesante sobre los límites que hay que establecer. “Los expertos en la materia hablamos de infidelidad o engaño cuando existe una conducta”, comparte Jorba. Y añade: “El pensamiento es libre y nuestra capacidad de fantasear también, por lo que es muy diferente pensar que hacer”. Además, pensamiento no significa deseo real. En palabras de esta experta: “Esto no quiere decir que quieran llevarlo a cabo, sino que simplemente pasa en la intimidad de sus pensamientos. Compartir este tipo de fantasías, sobre todo si es con algún conocido, puede causar conflictos dentro de la pareja en ambos casos. Cada pareja es libre de crear el pacto que crea conveniente y con el que se sientan a gusto”.
 Según los resultados de un estudio de la Universidad de Montreal, dirigido por Christian Joyal, en el que contaron con una muestra de 1.500 adultos (mitad mujeres y mitad hombres), a la mayoría de los hombres les encantaría que sus fantasías se hiciesen realidad, mientras que las mujeres prefieren que esas escenas se queden en su mente. Esto se debe a que, según Joyal, “las mujeres en general distinguen claramente entre la fantasía y el deseo”. Para Núria, la conveniencia de hacerlas realidad depende de cada persona, de su intimidad y de la forma en que lleva su vida sexual. “Hacer realidad una fantasía puede tener resultados estupendos, pero en algunos casos puede ser traumatizante ya que una vez materializadas pueden perder cierto grado de intensidad que generan cuando sólo suceden en nuestra mente, porque dentro de nuestra mente tenemos el control y podemos idealizar todo aquello que nos complazca”. Al mismo tiempo, si las expectativas no son muy altas y el deseo de vivir la fantasía es elevado “probablemente haciendo realidad la fantasía se descubran nuevos aspectos de uno mismo y de la pareja y la vida sexual en pareja se acostumbra a beneficiarse de una inyección extra de pasión”.

Cada vez en el mundo de la sexualidad es más difícil decir que existe algo de funcionamiento femenino y otro masculino. Aunque puede haber tendencias o patrones, éstas dependen más de otras variables que del género. Así lo demuestra la Universidad de Granada en un estudio que realizó a 2.500 españoles (hombres y mujeres) de entre 18 y 73 años. No obstante, si se habla a grandes rasgos, parece que los estudios indican que en el caso de las mujeres hay elementos más emotivos y románticos, y suelen ser fantasías más elaboradas; mientras que los hombres son más visuales y tienen un papel más activo en sus fantasías.
Para este artículo hemos querido contar con la colaboración de una treintena de hombres que nos cuentan, sin tapujos, sus fantasías sexuales. Hemos omitido el apellido por deseo de los participantes.

YO CONFIESO MI FANTASÍA SEXUAL
1. Germán (46 años, bombero): "Siempre tengo la misma fantasía: hacer un trío con dos mujeres. La idea de tener a dos mujeres para mi solo me excita bastante, aunque si te soy sincero también me impone un poco de respeto...".
2. Juan Pablo (50 años, profesor): "¿Qué ocurre cuando tienes fantasías sexuales con la mejor amiga de tu chica? Siempre me he preguntado si sería capaz de hacer realidad esa fantasía. Todo teniendo en cuenta que quiero a mi pareja...".
3. Toni (30 años, restaurador): "Yo no sé que me pasa, pero me excitan los ascensores. Supongo que es el riesgo a ser pillado, pero es mi fantasía más recurrente. Aunque mi novia no está mucho por la labor, alguna vez la he convencido. Pero, vamos, es difícil. Tiene que ser muy rápido, porque no hay tiempo para más".
4. Borja (29 años, reportero): "Las medias, sin duda las medias son mi fantasía. ¿Sabes? Las típicas medias negras de licra que llegan por encima de la rodilla? Y si encima llevan un liguero con las cuerdas esas para sujetarlas a las bragas… Puf, me excita muchísimo".

5. Juanjo (35 años, consultor). "Trabajo en una oficina y quizás por eso me gustan los hombres en traje, y los entornos profesionales y fríos. Por ejemplo, conocer a un ejecutivo en un congreso o una convención, tomar una copa en el bar del hotel, pasar la noche juntos y saludarnos a la mañana siguiente como si no hubiera pasado nada".
6. Julio (23 años, estudiante y dependiente): "Mi fantasía es hacer un trío con una mujer y un amigo. Siempre he pensado que podríamos pasarlo muy bien. Me gusta la idea de ser dos hombres dando placer a la misma mujer a la vez".
7. Mario (31 años, monitor deportivo): "Mi fantasía sexual es hacer el amor con una desconocida en un probador. Estar de compras un día en el centro comercial y que haya una cortina un poco abierta, con una mujer cambiándose dentro, echar una mirada, que me vea, que me invite a pasar…".

8. Aitor (45 años, gestor): "Desde que empezó Juego de tronos tengo una fantasía que no me deja: tener una noche con Khaleesi. Y a ser posible que vaya vestida como en la serie, peluca rubia incluida".
9. Damián (27 años, comercial): "Sin duda tener sexo con la madre de mi novia. Una noche que me quede a dormir en su casa. A media noche, coincidir en la cocina para ir a beber algo y hacérselo encima de la encimera".
10. Daniel (25 años, estudiante): "Me excita bastante el sexo virtual. Me imagino a dos chicas grabándose y haciendo cosas entre ellas, sólo para mi".
11. Iñigo (52 años, empresario): "Es curioso, pero después de una adolescencia entera teniendo sexo en el coche y soñando con tener mi propia casa, ahora que la tengo suelo fantasear con volver a llevarme a mi mujer al picadero donde íbamos de jóvenes. Es incómodo y corres el riesgo de que algún guardia o gracioso te fastidie, pero tiene un toque nostálgico y juvenil que me encanta".

12. Alexis (29 años, policía): "Tener sexo con una mujer vestida únicamente con unas orejitas de conejo de Play Boy y medias o calcetines hasta las rodillas. Sí, me gusta. Nunca lo he probado así que es mi gran fantasía".
13. Sergio (39 años, transportista): "Mi fatasía es tener sexo en el agua. Y nunca he llegado a conseguirlo. Por ejemplo, hacer el amor en el mar, o en una piscina, incluso la bañera. Hay algo en la manera en la que el agua se adapta a los cuerpos que realmente me excita".
14. Salvador (30 años, agente de seguros): "El vuelo 6969 con destino a Bali esta a punto de despegar'. Y entonces la preciosa azafata de uniforme rojo comienza a lanzarme miradas de soslayo, cada vez más descaradas; y poco a poco los pasajeros de este largo vuelo intercontinental se van quedando dormidos; y ella se inclina mucho cuando me sirve una copa de vino de forma que puedo verle el escote; y un rato después reparte esas mantas de aerolínea que todos tenemos en casa; y decide sentarse a descansar en el asiento vacío que tengo al lado; y se mete debajo de mi manta; y poco a poco desliza su mano por mis piernas, subiendo cada vez más mientras me da pequeños mordiscos en la oreja con sus labios pintados de carmín... Y entonces me despierto en el autobús de línea que me lleva al trabajo".

15. Álex (22 años, estudiante): "Me encantaría ser el protagonista real de un vídeo de esos que están en un taller o autolavado, en el que las modelos se tiran por encima cubos de agua y jabón, y les resbala por los pechos, el vientre... Me encantaría...".
16. Luis (50 años, escritor): "Alguna vez he fantaseado con montármelo con mi jefa en su despacho, con las persianas bajadas mientras el resto está trabajando. Y que lleve puesta esa minifalda roja que le sienta tan bien...".
17. Pedro (27 años, diseñador). "Me ponen los uniformes. Es tópico, pero es así. Un policía, un militar, un bombero… por algo hay tantas películas X sobre comisarías, cuarteles y comandancias, y tantas coñas sobre mangueras, pistolas, porras y silbatos. Es un clásico que nunca falla".
18. Manu (29 años, panadero): "Me gustaría poder enrollarme con la socorrista de la piscina en horas de su curro. En el baño".

19. Vicente (28 años, enfermero): "La madre de mi mejor amigo me pone bastante, la verdad. Más de una vez me he imaginado bajando a comprar el pan, encontrármela al subir en el ascensor y proponérselo".
20. Carlos (23 años, estudiante): "Acostarme con una mujer madura, entre 35-45 años, pero que tenga un cuerpo de una de 25. A ser posible con buenos pechos".
21. Jesús (35 años, empresario): "Una de mis fantasías que he tenido siempre es la de ir a ver a mi mujer al trabajo por sorpresa y hacerlo allí mismo, en su oficina".
22. Nacho (22 años, camarero): "Lo de jugar a los médicos siempre me ha puesto bastante. Pero me encantaría poder hacerlo realidad del todo, con mi doctora de cabecera, encima de la camilla".

23. Hugo (29 años, periodista): "Me imagino en un gimnasio, subiendo al vestuario, sudando... Detrás de mi sube el típico monitor musculoso, que se va a duchar también. Estoy desnudándome y el tío no para de mirarme. Él se queda ahí mientras yo entro en la sauna para luego afeitarme mejor. Él viene detrás... Sin mediar palabra me empieza a hacer de todo. Fuera nadie oye nada. Terminamos y bajamos. Está su novia esperándole. Pero la historia no termina ahí... Al final vamos los tres a mi casa y nos acostamos".
24. Carlos (28 años, administrativo): "Quizás sea muy típica pero, sin duda, hacérmelo con unas gemelas. Esa sería mi mayor fantasía sexual".
25. Juan (18 años, estudiante de comunicación audiovisual): "Acabo de empezar la carrera y tengo una profesora que esta cañón. El otro día tenía que ir a su despacho a la revisión de un examen, y me pase dos horas antes imaginándome que hacíamos el amor en su despacho desenfrenadamente".
26. Boris (30 años, empleado de banca): "Me da mucho morbo la idea de hacer un trío con dos mujeres, y que sean madre e hija".
27. Daniel (37 años, mecánico): "Mi fantasía es tener sexo en los baños de un avión en pleno vuelo. Y si es con una de esas azafatas tan altas vestidas de uniforme, tanto mejor".
28. Ignacio (31 años, enfermero): "Desde que era adolescente sueño con naufragar en una isla desierta llena de mujeres tipo amazonas, con poca ropa y cuerpos esculturales. Y que además son sexualmente muy activas, y ser el único hombre de la isla, y pasarme el resto de mis días en una interminable orgía con infinidad de mujeres para mi solo. Difícil, lo sé…".
29. Guillermo (42 años, comercial): "Me excitan mucho las mujeres en los vestuarios. Por supuesto nunca lo he cumplido, pero mi fantasía es espiar a un grupo de mujeres en un vestuario mientras se cambian de ropa sin que ellas lo sepan".
30. Victor (32 años, camarero): "Mi sueño es hacer un trío con dos mujeres, pero dos mujeres que me dominen, es decir, que sean decididas y me pongan las pilas, que me aten, me traten con rudeza… Ser su 'instrumento de placer”.
31. Miguel (45 años, ingeniero): "La mía es sencillita, y de hecho ya la he cumplido muchas veces, pero me sigue encantando. Cuando hago un viaje largo con mi mujer, paro en uno de esos merenderos en mitad de la nada y practicamos sexo encima del capo del coche, al aire libre. La sensación es fantástica".
32. José (33 años, periodista): "Me pondría súper cachondo que mi novia me mandase fotos calientes al móvil. A veces me manda una foto cuando está en la piscina y pienso: 'Uf, si se quitase la parte de arriba del biquini y me mandase una foto de su pecho desnudo…'. O en cualquier otro momento, no tiene porque ser la piscina. Es algo que me gustaría muchísimo".

33. Rubén (42 años, profesor): "Su dedo en mi espalda dibujó un corazón, y mi mano le correspondió debajo de su falda; caminito al hostal nos besamos en cada farola...' Cada vez que escucho la canción de Sabina Y nos dieron las diez, me imagino cómo sería vivirla y que la camarera se quedara a solas conmigo en el bar y se lanzara a mi cuello".
34. Carlos (35 años, funcionario): "Todas las tardes salgo a correr por el parque y suelo cruzarme con una chica que me encanta. Me encantaría que me metiera entre los arbustos del parque y hacerlo allí".
35. Jesús (46 años, abogado): "Mi fantasia es estar con una mujer de unos 30 años que nunca haya tenido sexo antes. Me encantaría ser yo quien le descubriera el sexo y que le volviese loca".
                   

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lunes, 15 de julio de 2019

¿Qué fantasías sexuales tienen las mujeres en la cabeza? 30 se confiesan .....

Es una herramienta al alcance de todos para disfrutar. Preguntamos a ellas cómo la usan :  

“Casi todas las personas tenemos un mundo interior sexuado y sentimos curiosidad por saber qué y cómo fantasean los demás”, asegura la psicóloga y sexóloga Georgina Burgos en su libro Proyecto Tabú (Editorial Fundamentos) para el que recogió los testimonios de más de 5.000 personas acerca de sus fantasías eróticas. Burgos puntualiza: “La fantasía sexual es un recurso erótico como lo puede ser una película pornográfica o un juguete. Mientras fantaseamos, en la imaginación no existen las consecuencias que pudiera tener esa acción en la realidad. Tampoco tenemos que dar la talla ni vamos a ser juzgados. Si imaginamos que realizamos una práctica sexual que en la realidad puede causar dolor, por ejemplo, en nuestra imaginación resulta que no es dolorosa y por lo tanto, fantaseamos con ella con absoluta libertad”. Es, al fin y al cabo, una herramienta al alcance de cualquiera para disfrutar de unos minutos 100% placenteros.

Sin embargo, lo que en un principio suena positivo también puede ser un arma de doble filo que nos haga sufrir. Primero porque en caso de llevarla a la práctica, podría acabar siendo una mala experiencia. “De la fantasía a la realidad hay una distancia. Tú puedes imaginar que tienes sexo con 17 hombres y te puede parecer súper excitante. Pero a la hora de la verdad, ya veríamos si serías capaz de aguantarlo y si al cuarto te seguiría apeteciendo tanto”, cuenta en tono humorístico la periodista y sexóloga Sylvia de Béjar, autora de los libros Tu sexo es tuyo (Planeta) y Deseo (Planeta).

 

“Nancy Friday, que ha escrito uno de los mejores libros que existen sobre fantasías sexuales femeninas, Mi jardín secreto, habló con cientos de personas durante horas y dijo, literalmente, que ‘por cada persona que me ha hecho partícipe del goce que le produjo hacer realidad sus fantasías sexuales, hay tres o cuatro que sabían de antemano que el intento no daría resultado o habiéndolo probado se llevaron un desengaño”, añade De Béjar.
Las fantasías, a su vez, también pueden ser causa de conflictos internos, incluso si no llegan a materializarse. “A algunas personas, ciertas fantasías les pueden generar malestar porque les provocan una gran excitación y consideran que no deben permitirse ese tipo de imágenes. Si nosotros les damos una connotación negativa, las vamos a percibir como algo molesto”, comenta la sexóloga Burgos.


 Independientemente de cómo nos alteren o nos ayuden, está claro que tanto los hombres como las mujeres, sin distinción, tenemos unas mentes eróticamente hiperactivas ya que según las investigaciones de Proyecto Tabú, el 95% de las personas fantasean con sexo. La pregunta es: ¿hay diferencia entre lo que imaginan ellos y lo que sueñan ellas? “Entre hombres y mujeres hay más puntos en común que en discordia. Aún así, hay algunos matices que les separan. Por ejemplo, en las féminas hay una tendencia a añadir elementos y adornar las fantasías con más detalles”, aclara Georgina Burgos.
 La sexóloga De Béjar, por su parte, complementa esta afirmación con lo que ha podido ver a lo largo de los años: “Es en cómo imaginamos en lo que a lo mejor hay más diferencia con respecto a ellos. Nosotras somos más imaginativas, románticas y proclives a añadir más emoción en el argumento de nuestras fantasías. Probablemente somos más de recrear la historia. Eso nos resulta excitante aunque en nuestra ficción no esté pasando nada físico todavía”.
Otra pequeño matiz es el qué. “Hay de todo, pero es cierto que durante muchas generaciones las mujeres han elegido un papel bastante pasivo en las fantasías. Lo de dominar era algo que no nos autopermitíamos, porque nos habían educado en que eso es sucio y hay que ser discretita. Esto ha llevado a muchas mujeres a elegir fantasías donde se veían en un papel pasivo. Mientras que los hombres han tendido siempre a lo visual y a la acción. Haciendo o dejándose hacer algo, pero de acción”, dice la propia Sylvia.
Lo que sí saben las expertas, como indica Georgina Burgos después de su investigación Proyecto Tabú, es el tipo de fantasía sexual recurrente en las mujeres. “La más frecuente es la que involucra lugares que tienen un sentido erótico o que aportan un plus de erotismo, como hacerlo sobre el capó de un coche, en la playa, en un ascensor o en un probador de una tienda. Es decir, el lugar como centro y componente erótico. Las otras más habituales son los tríos y tener una relación sexual con un desconocido. Esta última, por ejemplo, se presenta en el 12% de las mujeres, mientras que en ellos el porcentaje solo llega al 5%”, describe la psicóloga-sexóloga.

 Sin embargo, que sean las más frecuentes no significa que sean las únicas, porque las hay para todos los gustos, como especifica De Béjar: “Hay algunas muy inocentes, de gente que tiene fantasías muy simples, y otras muy complicadas”. ¿Y las hay que sean más perversas que otras? “Pues sí, la zoofilia es una perversión para muchas personas, pero hay que recordar que la perversión está en los ojos de quien mira. Es decir, que si a una persona que se dedica al BDSM (bondage, sumisión y masoquismo) le cuentas que tienes una fantasía donde te atan y te dan cachetes en el culo te dirá que menuda cosa tonta sin importancia. En cambio, si se lo dices a una persona que esto ni sabe lo que es, ni lo vive, te dirá que qué horror. Tú creas las fantasías a partir de muchas cosas, pero en cualquier caso, sea lo que sea lo que pensemos, salvo que nos horrorice lo que pensamos, que a veces pasa, todo vale”, afirma De Béjar.


Sylvia de Béjar subraya: “Recrearse en una fantasía no es sinónimo, en ningún caso, de querer llevarla a la práctica”. Lo que sucede es que, como explican las sexólogas, a través de las fantasías también podemos estar sacando fantasmas, miedos o cosas que nos han podido suceder en algún momento y que todavía palpitan en el subconsciente.
Estudios y libros, como Confesiones sin vergüenza, de Valérie Tasso (Grijalbo), o Dímelo al oído, de Sonsoles Fuentes y Laura Carrión (Temas de Hoy), confirman que el universo erótico femenino de las españolas es tan amplio como el masculino.
En un artículo ya publicado en ICON, nos preguntábamos qué fantasías sexuales tienen los hombres en la cabeza. Esta vez les toca a ellas, y este es el resultado que una treintena de mujeres han compartido con ICON. Los apellidos se han omitido por deseo de las participantes:



1. Almudena (contable, 27 años): “Me excito pensando en la idea de que mi novio aparezca por sorpresa en el dormitorio, me agarre por detrás y comience a hacerme el amor de pie con el balcón abierto de par en par. Yo no le veo la cara, pero le siento intensamente, mientras sé que todos los vecinos nos observan y pueden ver las expresiones de placer de mi rostro y cuerpo”.
2. Irene (delineante, 37 años): “Una de mis fantasías de los últimos meses es tener un trío con mis dos últimos ex. Me entrego a ellos por igual sin hacer comparaciones después de que estuve mucho tiempo comparándoles. Y también siento que ellos dejan de comportarse con celos después de que siempre estuvieran compitiendo por mí. Me excita y, a la vez, me deja con la conciencia tranquila”.
3. Silvia (funcionaria, 30 años): “Es algo que Woody Allen plantea muchas veces en sus películas y yo también en mis fantasías: lo de enrollarme con el psicoanalista”.
4. María (reponedora de gasolinera, 24 años): “Un intercambio de parejas con mi mejor amiga y su novio es una de esas visiones que de vez en cuando se apodera de mi imaginación. La verdad es que tanto su chico como el mío son estupendos, y creo que estaríamos a gusto. Pero, por ahora, prefiero que siga siendo una fantasía, por si las moscas.” .
5. Luisa (comercial, 41 años): “Vestirme de doncella, con cofia, faldita y delantal. Sin ropa interior y armada con un potente vibrador de los de tamaño real. En mi fantasía recreo la escena de que voy a servir a un hombre, al tiempo que soy yo quien usa el juguete y tiene el control”.
6. Idoia (profesora, 35 años): “Tener sexo con el secretario de mi colegio a espaldas de mi novio. Sé que parece un mero pensamiento de infidelidad, pero el punto de que sea el secretario de mi colegio es lo que me pone, porque en la realidad sé que jamás querría nada con él”.


7. Carmen (enfermera, 44 años): “Todo lo que percibo como prohibido por la educación que he recibido, en mi imaginación es lo que más me excita. Como flirtear, seducir y acabar teniendo sexo oral con un hombre casado al que he visto solo un par de ocasiones. En plan American beauty, pero al revés”.
8. Justina (funcionaria, 47 años): “No soy de fantasías muy rebuscadas, pero sí confieso que de vez en cuando me excita pensar en mi marido cuando está en el gimnasio y se desnuda para irse a las duchas. Y está ahí, desnudo, entre tanto hombre macizorro. Uff…”.
9. Esther (química, 32 años): “Después de que mi mejor amiga me confesara que era lesbiana, descubrí que me excitaba mucho ir a los bares de chicas con ella y que me mirara la camarera. Sé que no tendría una relación física con otra mujer, pero el hecho de ser un objeto de deseo para una de esas chicas monas que están atendiendo en una barra me da bastante morbo cuando estoy a solas en casa”.
10. Alessandra (gestora cultural, 35 años): “Tener sexo con alguien más inexperto, un jovencito universitario, para enseñarle y que se dejara hacer de todo”.
11. Chus (odontóloga, 40 años): “Pienso mucho en un celador del hospital donde trabaja mi marido: es negro y mi marido me cuenta los chismes que corren acerca de la masculinidad de la que presume. Y, entonces, me imagino que en una de las tardes que me acerco al hospital, me lo encuentro en los pasillos, nos saludamos, flirteamos y, en una de las salas privadas, me seduce hasta demostrarme que, efectivamente, lo que se cuenta de él es cierto”.
12. Beatriz (periodista, 29 años): “Ir de compras con mi pareja y acabar en el probador haciendo un rapidito es una de las cosas que más me pueden poner. Ya conocemos el de Zara y el de Mango”.
13. Marta (dependienta, 24 años): “Me encantan los uniformes. Y cuando necesito un extra de excitación pienso que estoy haciéndomelo con dos azafatos de compañías aéreas, luego aparecen vestidos de militares y, por último, se enfundan el traje de bomberos. La repera”.
14. Elena (policía, 31 años): “Soy más de lugares que de acciones. Lo de imaginarme con un hombre debajo de la ducha ya me resulta muy morboso”.







15. Diana (esteticista, 36 años): “Lo de tener una relación sexual al aire libre, entre dunas, es el no va más de mis fantasías. La posibilidad de que me vean, pero sobre todo la sensación de sentir el calor, el mar, la arena, el sudor, los jadeos, el cuerpo de mi pareja, el mío… Sin palabras”.
16. Ana (masajista, 27 años): “Me gustaría, en algún momento, saber qué pasa y qué se siente cuando entras en la ducha del vestuario del gimnasio con otra mujer. De pronto imagino que la sorprendo, entro sin avisar, comienzo a besarla, ella se extraña pero se deja, mientras el agua corre por nuestras cabezas, seguimos besándonos y vamos a más”.
17. Juncal (empresaria, 43 años): “Aunque pueda sonar típica, lo de verme vestida de dominatrix, con látigo y corsé de cuero, es algo que me pone a mil. Y más cuando imagino que a quienes someto son cuatro de los empleados más fornidos que tengo a mi cargo, semidesnudos, cachas y lamiéndome como perrillos”.
18. Paloma (arquitecta, 45 años): “Una vez tuve un lío con un chico más joven que yo. En su dormitorio tenía unas esposas y un látigo. Nunca los usamos, pero imaginar que me hacía el amor después de haberme atado al cabecero de la cama y golpeaba el suelo con el látigo me excitaba mucho”.
19. Paula (profesora, 31 años): “Estoy en el dormitorio de mi novio, comenzamos a besarnos y a desnudarnos, y hacemos el amor. De pronto, aparece el guapo y encantador de su primo, cámara en mano, y nos graba. Todo es muy normal y dulce, y yo comienzo a moverme de forma sensual, más para el deleite del primo que para el de mi novio. Y eso nos excita mucho a los tres”.
20. Iciar (abogada, 33 años): “Hacer un trío con mi novio y otra mujer”.
21. Lola (artista, 28 años): “Me gustaba fantasear con un cantante que me encantaba. En mi historia, yo iba a uno de sus conciertos, él me veía en la cola para entrar, me cogía de la mano, me llevaba hasta dentro, a los camerinos, me invitaba a una copa y dejaba que viera cómo se cambiaba. Se quedaba en slip y se sentaba enfrente de mí. Y ahí estábamos, simplemente mirándonos. Poco a poco observaba cómo se excitaba y tenía una erección. No pasaba nada más, porque aparecía su mánager diciendo que quedaban minutos para salir a escena. Él se iba a cantar y yo me quedaba ahí, muy excitada”.

22. Sara (economista, 34 años): “Mi marido me confesó que él fantaseaba con la idea de hacerlo en un lugar semipúblico. Lo cual encajaba perfectamente con una de las imágenes eróticas que más me ponen: tener sexo con él en el palco de un teatro”.
23. Mónica (socióloga, 41 años): “Masturbarme y llegar al orgasmo en el coche, en mitad de un atasco monumental”.
24. Ángeles (filóloga, 24 años): “Ser un objeto sexual para un hombre con mucho dinero, que me guste físicamente. Yo me despreocupo de todo. No tengo que pensar en nada, salvo en darle placer y sucumbir a sus caprichos y sus deseos”.
25. Cristina (reponedora, 20 años): “Insinuarme a un chico delante de mi novio, mientras estamos tomando una copa en una terraza, por ejemplo. Y cuando voy al baño, él se da cuenta, me sigue y tenemos un rollo pasional mientras mi novio espera fuera”.
26. Adela (enfermera, 29 años): “Una de las fantasías que me excita, pero que a su vez me da cierto respeto, es que estoy esperando el autobús y se para un coche con un caballero apuesto que se ofrece para llevarme donde quiera. Acepto, subo al auto y en mitad del camino, me propone sexo. Acabamos haciéndolo en la parte trasera del coche de una forma extraordinariamente delicada”.
27. Vicky (administrativa, 21 años): “Me excita imaginar que entro al despacho de mi jefe, aterrorizada porque me ha llamado y creo que los informes que le he pasado están mal o no son de su gusto. Entonces, una vez ahí, él cierra la puerta, me dice que me ponga cómoda, me mira con calma y me sonríe. Se acerca, me acaricia y, sin preguntar, comienza a desabrocharse el cinturón lentamente. Estoy tan excitada y él es tan delicado en sus movimientos y en la forma de proponérmelo, que yo continúo… Lo malo es que cada vez que me llama de verdad, en la realidad, entro a su despacho temblando y debe de pensar que soy una tipa muy rara”.
28. Patricia (diseñadora gráfica, 31 años): “Me encantaría tener un encuentro ocasional y muy sexi con alguno de los pasajeros bien vestidos, de traje y chaqueta, que están esperando mi mismo vuelo en la sala de embarque”
29. Sonia (traductora, 28 años): “Una vez estaba cocinando en casa. La ventana da a un patio de luces al que dan las ventanas del cuarto de baño de los vecinos. En una casa, entró un hombre a la ducha. Después otro. Y me quedé ahí, mirando durante bastante tiempo viendo cómo tenían sexo. Desde entonces, lo recreo en mi imaginación y me excito mucho”.
30. María (camarera y estudiante, 18 años): “Una de las cosas que aún no hemos hecho mi chico y yo, y desearlo me excita mucho: estar comiendo con sus padres y que él me esté metiendo mano por debajo de la mesa”.

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lunes, 8 de julio de 2019

Diferencias entre parejas abiertas y poliamorosas

Retomamos el tema de las relaciones poliamorosas y las abiertas.



   Si bien ambas se parecen, no son iguales. No hay que confundir.
  La dimensión erótica de las personas es diversa y las preferencias son absolutamente  íntimas. Para algunas personas existen formas de relacionarse afectivamente y sexualmente que van más allá de la monogamia.
   Entre ellas se encuentran el poliamor, las parejas abiertas, las swingers y otras donde cada pareja define sus propias reglas.

 Algunas personas sostienen que no pueden, o no desean, limitar el amor o su sexualidad exclusivamente a una persona. Expresan que la exclusividad sexual es una postura egoísta y que nadie es dueño del otro para limitar sus libertades.
   No lo consideran una traición si se expresan las reglas o normas para llevar adelante una relación poliamorosa o abierta, consensuada y respetuosa.
   En las relaciones abiertas, las parejas acuerdan que ambos podrán mantener relaciones sexuales con otras personas, siempre y cuando sus relacionen también sepan que están teniendo una aventura amorosa con alguien que está en pareja.
   Incluso, pueden contarse o no, los detalles de estos encuentros y eso es parte de los acuerdos que existen en una pareja abierta. Pero es importante reiterar que estos encuentros no son considerados como una traición y que ambas partes tienen el mismo derecho.


   Las normas las fija la pareja y suelen ser modificables. Algunas optan por no mantener estos encuentros en la vivienda que comparten. Otras, por no juntarse con ciertas personas. Pero lo más importante es que no haya más de un encuentro con la misma persona por fuera de la pareja, a fin de evitar lazos afectivos y emocionales. En este caso sí se podría generar discordia, ya que se rompería el acuerdo previo.
   En cambio, el poliamor permite que los miembros que conforman la pareja, se involucren afectivamente y sexualmente de manera estable.  Estas parejas están en conocimiento de que existen más de dos personas involucradas, lo aceptan y se comprometen a mantener el respeto, la sinceridad y la fidelidad.

 Esto no quiere decir que no existan los celos y los conflictos típicos de una pareja monogámica.  El acuerdo de polifidelidad debe respetarse. De lo contrario, se estaría siendo infiel al mantener una relación afectiva por fuera de la relación poliamorosa.
   Tanto en las parejas abiertas como en las poliamorosas debe haber consenso y compromiso. En ellas se valora muchísimo la comunicación y la sinceridad. Si eso no se da, no estaríamos frente a este tipo de relaciones. Serían, en todo caso, relaciones de parejas típicas en donde una de las partes se involucra sexual o emocionalmente con otra persona trasformándose en una infidelidad.
   La filosofía poliamorosa requiere de una deconstrucción de las formas en que entendemos el amor, la fidelidad y la libertad.
   Por tal motivo, posiblemente no estemos preparados como sociedad para llevar a cabo esta deconstrucción. Pero no se puede negar que transitamos una época de mayor apertura para hablar de estos temas.

Tal vez, nos falta más tolerancia y respeto hacia aquellas personas que piensan, sienten o se expresan de maneras diferentes al modelo hegemónico e imperante en la sociedad y que es la monogamia.
   Lo cierto es que el tema está instalado y resulta positivo que podamos hablarlo y debatirlo con absoluto respeto, más allá de estar o no de acuerdo.
   Tenemos que respetar que cada persona es un ser naturalmente sexuado y que, por tal motivo,  cada una expresa su sexualidad de manera muy distinta.

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